La Ciudad de Asís: Tras las Huellas de San Francisc
Un viaje a través de la ciudad de Asís, cuna del franciscanismo y joya medieval de Umbría. Este itinerario te llevará desde la Basílica de Santa Clara hasta la majestuosa Rocca Maggiore, atravesando plazas históricas, antiguos templos romanos e iglesias llenas de espiritualidad.
Basílica de Santa Clara
Comenzamos nuestro recorrido para descubrir Asís en la luminosa Basílica de Santa Clara, reconocible por su característica fachada de piedra rosada y blanca y por los imponentes arbotantes que la sostienen. Construida entre 1257 y 1265, poco después de la canonización de la santa, esta iglesia alberga algunos de los tesoros más preciados de la espiritualidad franciscana. Al cruzar el umbral, déjese envolver por la atmósfera de recogimiento que permea la nave única, tan típica de las iglesias franciscanas. Aquí, en la capilla del crucifijo a la derecha, se conserva el célebre Crucifijo de San Damián, posiblemente el objeto más emblemático de toda la experiencia franciscana. Fue precisamente ante esta cruz que en 1205 el joven Francisco escuchó la voz de Cristo pidiéndole "reparar su casa en ruinas", un episodio que marcó el inicio de su conversión. Es curioso pensar cómo Francisco inicialmente interpretó este mensaje en sentido literal, dedicándose a restaurar la pequeña iglesia de San Damián, antes de comprender que su misión era mucho más amplia: reformar espiritualmente a la Iglesia universal. Descendiendo a la cripta, construida en 1850, encontramos la tumba de Santa Clara. También se expone el cuerpo de la santa que, sorprendentemente, fue hallado intacto en 1850, seiscientos años después de su muerte. Junto a ella se conservan algunas reliquias conmovedoras: el cabello que Clara se cortó la noche del Domingo de Ramos de 1212 cuando, a los dieciocho años, huyó de la casa paterna para seguir el ideal de Francisco, y la túnica que el mismo Francisco le regaló como símbolo de acogida en su nueva vida de pobreza. Antes de dejar la basílica, vale la pena visitar el adyacente Oratorio del Crucifijo, donde se exhiben objetos personales que pertenecieron a Santa Clara, y el claustro, un oasis de paz que invita a la reflexión. Luego salimos de la Basílica y bajamos por la calle Sermei: en cinco minutos estaremos frente a la Iglesia Nueva, la casa natal de Francisco.
Chiesa Nuova: La Casa Natal de San Francisco
A través de los característicos callejones medievales de Asís, llegamos a la Chiesa Nuova, un edificio que, a pesar de su nombre, tiene ya más de cuatrocientos años. Construida entre 1615 y 1621 por orden del rey de España Felipe III, esta iglesia barroca se alza exactamente en el lugar donde, según la tradición, se encontraba la casa natal de San Francisco. La fachada, sobria y elegante, introduce a un interior de planta central con cúpula, típico de la arquitectura de la Contrarreforma. Lo que hace de este lugar especialmente conmovedor es su conexión con los momentos más íntimos de la vida de Francisco. Al entrar, a la derecha, encontramos lo que se identifica como la "prisión" de Francisco: una pequeña habitación donde su padre Pietro Bernardone lo encerró para intentar disuadirlo de su nuevo estilo de vida ascético. Fue su madre, Madonna Pica, quien lo liberó durante una ausencia de su marido, permitiéndole seguir su vocación. En el centro de la iglesia, protegido por una reja, se puede ver lo que queda del supuesto establo donde, siempre según la tradición, Francisco nació en 1182. Se cuenta que la madre, a punto de dar a luz y temiendo un parto difícil, fue llevada al establo por consejo de un misterioso peregrino (que algunos identifican como un ángel), para que el niño naciera con humildad como Jesús. Esta leyenda, aunque no documentada históricamente, resalta el paralelo entre la vida de Francisco y la de Cristo, un tema recurrente en la hagiografía franciscana. Un curioso anécdota concierne al nombre del santo: al nacer, fue llamado Juan por su madre, pero al regresar de Francia, donde se encontraba por negocios, su padre lo renombró Francisco ("el francés") en honor al país donde había realizado lucrativos negocios. Ese sobrenombre, dado por razones tan mundanas, se convertiría en uno de los nombres más venerados del cristianismo. En la iglesia también se conservan otros objetos relacionados con la familia de Francisco: la pila bautismal donde fue bautizado (en realidad una copia, ya que el original se encuentra en la Catedral de San Rufino), algunos supuestos objetos pertenecientes a la familia Bernardone y un conmovedor retrato de Francisco realizado poco después de su muerte, considerado uno de los más verosímiles. También es interesante el pequeño claustro adyacente a la iglesia, donde antes se encontraba el jardín de la casa paterna. Aquí, según la tradición, el joven Francisco cultivaba rosas, su flor favorita, y fue precisamente aquí donde ocurrió uno de sus primeros milagros: durante una noche de enero, en pleno invierno, las rosas florecieron de repente cuando el santo pasó junto a ellas en oración. Saliendo a la pequeña plaza, continuamos con una ligera bajada por el Corso Mazzini; después de menos de doscientos metros, desembocaremos en la animada Piazza del Comune, corazón medieval de Asís.
Piazza del Comune: El Corazón Medieval de Asís
Nos encontramos en la Piazza del Comune, verdadero corazón palpitante de la vida cívica de Asís durante más de dos mil años. Esta plaza, de forma alargada que delata su origen romano (era el antiguo foro de la ciudad), narra mejor que cualquier otro lugar la estratificación histórica que caracteriza a Asís. En el centro de la plaza se erige la Fuente de los Tres Leones, construida en 1762 pero que reemplaza a una fuente medieval anterior. Los tres leones que le dan nombre representan las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Es curioso notar cómo esta fuente ha sido durante siglos el principal punto de abastecimiento de agua para los habitantes del centro, y aún hoy pueden ver a ancianos del lugar que se detienen a llenar botellas con su agua fresca. La plaza está dominada por edificios que representan los diferentes poderes que han gobernado Asís a lo largo de los siglos. Por un lado, el poder religioso con el Templo de Minerva, transformado en iglesia cristiana; por otro, el poder civil con el Palacio de los Priores y la Torre del Pueblo. Esta coexistencia no es casual: en la Edad Media, la vida pública de Asís se caracterizaba por un delicado equilibrio entre la autoridad eclesiástica y la comunal. Les recomiendo tomarse unos minutos para observar el bullicio de vida que anima este espacio. A lo largo de los siglos, esta plaza ha presenciado mercados, procesiones religiosas, ejecuciones públicas, fiestas populares y revueltas. Se cuenta que precisamente aquí, en 1206, el joven Francisco realizó uno de los gestos más significativos de su conversión: la renuncia pública a los bienes paternos, despojándose de sus ropas ante el obispo Guido y su padre Pietro Bernardone, rico comerciante de telas, declarando que no tenía otro padre que aquel en los cielos. Observen también las diversas tiendas artesanas que rodean la plaza: muchas mantienen aún las antiguas aberturas medievales y algunas familias de artesanos presumen de una presencia en estos mismos locales desde hace generaciones. Particularmente interesantes son las tiendas que venden cerámicas pintadas a mano según la tradición umbra y las boutiques de productos locales, donde podrán encontrar el excelente aceite de oliva DOP Umbría y los vinos del territorio. Atravesamos la plaza hacia la fachada adornada con escudos: es el Palacio de los Priores, emblema del poder cívico que ahora vamos a descubrir.
Palazzo dei Priori: Símbolo del Poder Cívico
El Palazzo dei Priori es un elegante testimonio del poder comunal que gobernó Asís durante la Edad Media. Construido entre el siglo XIII y XIV, este edificio representa uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil gótica en Umbría. Observamos su sobria pero imponente fachada de piedra caliza rosa del Monte Subasio, la misma utilizada para gran parte de los edificios históricos de Asís, que confiere a la ciudad esa característica tonalidad rosada que al atardecer se enciende de tonos dorados. La fachada está adornada con una serie de biforas góticas finamente elaboradas y, en lo alto, con los característicos merlones gibelinos en forma de cola de golondrina, que revelan la afiliación política de la ciudad en ese período histórico. Aquí se sentaban los Priores, los magistrados que administraban la ciudad, elegidos entre las familias más influyentes. Un curioso anécdota se refiere precisamente a la elección de los Priores: para evitar interferencias externas durante el proceso electoral, los grandes electores eran literalmente encerrados dentro del palacio hasta que llegaran a una decisión. De esta práctica derivaría la expresión "estar en cónclave", aunque más comúnmente asociada a la elección papal. Al cruzar el portal principal, entramos en el atrio donde podemos admirar algunos escudos y lápidas conmemorativas que narran fragmentos de la historia de la ciudad. Particularmente interesante es la Sala del Consejo en el primer piso, donde se reunía la asamblea ciudadana y donde hoy se llevan a cabo las sesiones del Consejo Municipal. Las paredes están decoradas con frescos del siglo XVI-XVII que celebran la historia de Asís. Un detalle curioso: en la fachada notarán dos cadenas de hierro colgando. Estas eran las "cadenas del pórtico", que se extendían durante las asambleas públicas para impedir el ingreso de caballos y animales, garantizando así la tranquilidad de las discusiones. Representan uno de los primeros ejemplos de "zona de tráfico limitado" de la historia. El palacio alberga hoy en día la Pinacoteca Comunal, una pequeña pero valiosa colección de obras de arte que vale la pena visitar, con pinturas que van del siglo XIV al XVII, incluyendo obras de Giotto y de su escuela, además de valiosos testimonios de la escuela pictórica umbra. Un hecho poco conocido: en los sótanos del palacio se han encontrado restos de edificaciones romanas, testimonio de la continuidad habitacional de este lugar central de la ciudad. Durante algunas excavaciones también se han hallado objetos de la vida cotidiana romana, hoy expuestos en el Museo Arqueológico de la ciudad. Terminada la visita, damos la vuelta a la izquierda: bastan unos pocos pasos para llegar al pórtico clásico del Templo de Minerva, magnífico legado de la Asís romana.
Templo de Minerva: La Herencia Romana de Asís
Aquí nos encontramos frente a uno de los tesoros más extraordinarios de Asís: el Templo de Minerva, una joya de la arquitectura romana que nos transporta a más de dos mil años atrás. Construido en el siglo I a.C. durante el periodo augusteo, este edificio representa uno de los ejemplos mejor conservados de templo romano en Italia, especialmente en lo que se refiere a su imponente fachada. Detenganse un momento para admirar las seis columnas corintias acanaladas de la fachada, que alcanzan casi 9 metros de altura y sostienen un frontón triangular de proporciones perfectas. Estas columnas, realizadas en travertino local y posteriormente revestidas de estuco para simular el mármol más preciado, han resistido durante dos mil años a terremotos, guerras e inclemencias. Es fascinante pensar que los ojos de San Francisco se posaron sobre estas mismas columnas, cuando el templo ya era milenario. La perfecta conservación de la fachada se debe a un curioso caso histórico: en el siglo VI d.C., cuando el cristianismo ya se había establecido, el templo pagano fue convertido en una iglesia cristiana dedicada a San Donato. Esta transformación, en lugar de llevar a la destrucción del edificio como a menudo ocurría, garantizó su conservación. En el siglo XVI, la iglesia fue rededicada a Santa María sopra Minerva, nombre que mantiene hasta hoy, como un sugestivo ejemplo de sincretismo religioso que conecta a la diosa de la sabiduría con la Virgen María. Un anécdota curiosa: cuando Johann Wolfgang Goethe visitó Asís en 1786, durante su célebre viaje por Italia, quedó tan impresionado por la belleza de este templo que lo definió como "el primer templo antiguo que veo entero", dedicándole páginas entusiastas en su diario de viaje. Entremos ahora en el interior, donde nos espera una sorpresa: en contraste con el exterior clásico, el interior es completamente barroco, resultado de una remodelación de los siglos XVII-XVIII. Este contraste entre exterior pagano e interior cristiano representa perfectamente la estratificación histórica y cultural que caracteriza a toda Asís. Obsérvese, en la pared derecha, una pequeña puerta que en la antigüedad permitía el acceso al criptopórtico romano, una estructura subterránea que sostenía el templo y el foro, aún parcialmente visitable. Según la tradición popular, estos pasadizos subterráneos habrían sido utilizados por los primeros cristianos para huir de las persecuciones. Atraviesemos diagonalmente la plaza y, justo al lado del Palacio de los Priores, se eleva la esbelta Torre del Pueblo, nuestra próxima parada.
Torre del Pueblo
Junto al Palazzo dei Priori se alza imponente la Torre del Popolo, de aproximadamente 47 metros de altura, que desde el siglo XIII domina el perfil de Asís. Construida alrededor de 1305, esta torre cívica representaba el símbolo tangible del poder comunal y de la libertad ciudadana en una época en la que la altura de los edificios era directamente proporcional al prestigio y la autoridad de sus propietarios. La torre tiene una estructura robusta, con una base cuadrada y muros de más de dos metros de grosor, construidos con la misma piedra caliza rosa del Monte Subasio que caracteriza los edificios históricos de Asís. Si observan con atención, notarán que la parte inferior es más antigua y maciza, mientras que la parte superior, añadida posteriormente, presenta un aspecto más elaborado, con biforas y decoraciones góticas. En la cima de la torre originalmente se encontraba una gran campana, llamada "Campana del Popolo", que marcaba los ritmos de la vida ciudadana: anunciaba la apertura y cierre de las puertas de la ciudad, convocaba a los ciudadanos para las asambleas públicas y sonaba en caso de peligro. Se cuenta que en 1310, durante una revuelta popular contra el dominio de Perugia, la campana sonó incesantemente durante tres días y tres noches, hasta que los ciudadanos lograron expulsar a los representantes de Perugia y restablecer la autonomía comunal. Un curioso anécdota se refiere al sistema de guardia: en la época medieval, en la cima de la torre había permanentemente un vigilante encargado de avistar posibles peligros, como incendios o la aproximación de tropas enemigas. Para asegurarse de que permaneciera despierto durante los turnos nocturnos, debía hacer sonar una pequeña campana cada hora. Si no se escuchaba el sonido, otros guardianes subían inmediatamente a verificar la situación, y las sanciones para quien se dormía en servicio eran severísimas. En la base de la torre se encuentra un pórtico que en el pasado albergaba el mercado ciudadano y donde también se llevaban a cabo las ejecuciones públicas. Bajo el pórtico aún se pueden ver algunos antiguos sistemas de medida esculpidos en la piedra: el "pasetto" y el "pie", unidades de medida estándar que servían para regular las transacciones comerciales y resolver disputas entre mercaderes y compradores. Desde este punto central de Asís, continuamos nuestro recorrido ascendiendo hacia la parte alta de la ciudad. Tomamos la Via San Rufino, una característica calle medieval con casas-torre y palacios nobiliarios que nos conducirá al Duomo de San Rufino, catedral de Asís y lugar de fundamental importancia en la vida de San Francisco y Santa Clara, donde ambos fueron bautizados.
Catedral de San Rufino
Continuando nuestra subida por los callejones medievales de Asís, llegamos a la espléndida Catedral de San Rufino, dedicada al patrón de la ciudad, un obispo martirizado en el siglo III. La fachada románica, realizada por Giovanni da Gubbio en 1140, es una verdadera obra maestra con sus tres portales ricamente decorados, el rosetón central y los simbólicos leones y grifos que parecen proteger la entrada. Esta iglesia tiene una importancia especial en la historia franciscana: aquí fueron bautizados tanto Francisco como Clara, como recuerdan las dos pilas bautismales conservadas en el interior. La original, que data del siglo XII-XIII, se encuentra en la nave derecha; mientras que en la nave izquierda está ubicada una copia moderna, colocada en el lugar exacto donde, según la tradición, ocurrió el bautizo de los dos santos. Es conmovedor pensar que en este mismo lugar, en 1182 y 1194, se pronunciaron los nombres de dos niños destinados a cambiar la historia de la espiritualidad occidental. Al entrar, notamos rápidamente cómo el interior, a diferencia de la fachada románica, fue completamente reformado en estilo barroco en los siglos XVI-XVII. Las tres naves están marcadas por imponentes columnas y la luz filtra a través de las amplias ventanas creando una atmósfera solemne. En el transepto derecho, no dejen de admirar la Madonna del Popolo, una tabla del siglo XIII muy venerada por los asisianos, delante de la cual, según la tradición, San Francisco se detenía a menudo en oración. Una curiosidad: si prestas atención, notarás que el suelo de la nave central está ligeramente inclinado hacia la entrada. No se trata de un asentamiento estructural, sino de una elección arquitectónica precisa para facilitar la limpieza de la iglesia: bastaba con verter cubos de agua desde el altar y esta fluía naturalmente hacia la salida. Bajo la catedral se encuentra la cripta, que conserva los restos del primitivo edificio paleocristiano y las reliquias de San Rufino. Adyacente a la catedral se alza el Museo Diocesano, que custodia valiosas obras de arte, entre ellas pinturas de Perugino y de la escuela de Giotto. Ahora tomamos un respiro bajando por Via Portica y luego por Via San Francesco; en diez minutos alcanzaremos la luminosa Piazza Superiore de la Basílica de San Francesco.
Plaza Superior de San Francisco
Continuando nuestro recorrido a través del laberinto de calles medievales, llegamos a la Plaza Superior de San Francisco, un amplio espacio que se abre como un balcón natural sobre el valle subyacente. Este lugar representa uno de los miradores más impresionantes de Asís, ofreciendo una vista que quita el aliento, abarcando desde el valle umbro hasta los montes Martani y, en los días más despejados, hasta los montes Sibilinos. La plaza se encuentra frente a la entrada superior de la Basílica de San Francisco y está caracterizada por un gran césped verde rodeado por un bajo muro de piedra caliza, ideal para sentarse y contemplar el paisaje. No es difícil imaginar por qué este lugar, en los márgenes de la ciudad medieval y frente a la naturaleza, fue elegido para edificar la basílica dedicada al santo que veía en la naturaleza el reflejo más puro de la creación divina. Un anécdota interesante concierne la elección del sitio para la construcción de la basílica: esta zona de Asís era conocida en la Edad Media como "Colle dell'Inferno", ya que aquí se llevaban a cabo las ejecuciones y se enterraban los malhechores. Fue el propio Francisco quien expresó el deseo de ser enterrado aquí, en un acto de extrema humildad. Tras su canonización, que ocurrió apenas dos años después de su muerte, la colina fue renombrada "Colle del Paradiso", en uno de esos giros simbólicos tan queridos a la espiritualidad franciscana. Desde esta plaza se puede observar la estructura arquitectónica de la Basílica, con sus dos iglesias superpuestas (Inferior y Superior) y el imponente campanario. La solución de construir dos iglesias una encima de la otra fue dictada tanto por la conformación del terreno en pendiente como por la voluntad de crear dos espacios distintos: uno más recogido y místico (la Basílica Inferior) y otro más luminoso y majestuoso (la Basílica Superior). Es interesante notar cómo la ubicación de la basílica, fuera de las murallas de la ciudad de la época, reflejaba también la posición de Francisco con respecto a la Iglesia de su tiempo: dentro y fuera al mismo tiempo, fiel a la institución pero portador de un mensaje revolucionario. La plaza tiene una acústica particular, probablemente debido a su conformación semicircular abierta hacia el valle, lo que la hace ideal para eventos musicales. No es raro, especialmente en las noches de verano, asistir a conciertos de música sacra o medieval que crean un ambiente realmente mágico. Un detalle curioso: si observan detenidamente el césped de la plaza, notarán que está salpicado de pequeñas rosas. Según una tradición local, estas rosas serían descendientes de aquellas plantadas por el propio Francisco en el jardín de la casa paterna y que, milagrosamente, florecen durante todo el año, incluso en los meses de invierno. Después de haber disfrutado de este panorama extraordinario, nos dirigimos ahora hacia la última parada de nuestro itinerario: la Rocca Maggiore, la imponente fortaleza medieval que domina Asís desde lo alto de la colina.
Iglesia de Santa María Mayor - Santuario de la Despojación
En el corazón de Asís, asentada en la ladera del monte Subasio, se encuentra la Iglesia de Santa Maria Maggiore, hoy conocida como Santuario de la Despojación. La iglesia se alza en la Piazza del Vescovado, frente a la fuente renacentista de los Leones, en un lugar cargado de historia y espiritualidad. Este edificio data de los siglos XI-XII y encierra siglos de historia, representando uno de los puntos más significativos en el camino espiritual de San Francisco. En su momento, fue la catedral de Asís hasta el año 1036 y tiene raíces muy antiguas: fue edificada sobre estructuras paleocristianas que a su vez se alzaban sobre una domus romana, la llamada "casa de Propercio". El nombre "Santuario de la Despojación" deriva de un evento crucial en la vida de San Francisco de Asís. Según la tradición, fue precisamente en este lugar donde Francisco se despojó públicamente de sus vestimentas y bienes materiales ante el obispo Guido y su padre Pietro di Bernardone, renunciando a todas las riquezas terrenales para abrazar una vida de pobreza y dedicación a Dios. Con decreto del 25 de diciembre de 2016, el obispo Domenico Sorrentino erigió este lugar como Santuario de la Despojación, recordando el célebre y impactante gesto de San Francisco, que tuvo lugar cerca de la iglesia. Hoy en día, este lugar asume un doble significado para los peregrinos: por un lado, custodia la memoria del gesto radical con el cual Francisco renunció a los bienes terrenales, y por otro, alberga la tumba del Beato Carlo Acutis, el joven "santo de los millennials". Profundamente devoto de la Eucaristía, Carlo es conocido por haber creado una muestra virtual sobre los milagros eucarísticos en el mundo. Su cuerpo descansa en una urna de vidrio en la nave derecha de la iglesia, vestido con ropa casual, símbolo de su cotidianidad y cercanía a los jóvenes. El 10 de octubre de 2020, Carlo fue beatificado en Asís, y su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación para miles de fieles.
Rocca Maggiore
Concluimos nuestro itinerario por el descubrimiento de Asís con la subida a la Rocca Maggiore, la imponente fortaleza medieval que domina la ciudad desde lo alto de sus 505 metros. Para alcanzarla, ascendemos por angostas calles medievales hasta la puerta norte de las murallas, desde donde un sendero panorámico nos lleva a la entrada de la fortaleza. La Rocca Maggiore representa uno de los ejemplos mejor conservados de arquitectura militar medieval en Umbría. Sus orígenes se remontan a 1174, cuando fue erigida por orden del emperador Federico Barbarroja, pero su aspecto actual es el resultado de numerosas ampliaciones y restauraciones, especialmente las realizadas en el siglo XIV por el Cardenal Albornoz, quien la convirtió en un baluarte del poder papal en Umbría. Al cruzar el portal de entrada, nos encontramos en el patio interno, rodeado de poderosas murallas almenadas. Desde aquí podemos comenzar la exploración de los distintos ambientes: las casamatas, donde se alojaban los soldados; las prisiones, con sus grafitis dejados por los prisioneros; los caminos de ronda, desde donde las centinelas controlaban el territorio circundante. Particularmente sugestiva es la subida a la torre principal, de 24 metros de altura, desde cuya cima se disfruta de una vista de 360 grados que abarca todo el valle umbro hasta las montañas de los Apeninos. Una anécdota curiosa vincula a la Rocca con la historia de San Francisco: se cuenta que el joven Francisco, durante la guerra entre Asís y Perugia en 1202, fue hecho prisionero y pasó cerca de un año en las cárceles de Perugia. Esta experiencia de prisión fue fundamental en su camino de conversión, haciéndole comprender la vanidad de las ambiciones mundanas. Ironías del destino, desde la Rocca, símbolo del poder militar que Francisco repudiaría, se puede admirar toda la ciudad que lleva su nombre y que su figura transformó de ciudad-fortaleza a ciudad de paz. La Rocca ha sido escenario de numerosos eventos históricos: asedios, batallas, conjuras. Una de las historias más fascinantes se refiere a la llamada "conjura de los nobles" de 1442, cuando algunos aristócratas de Asís, cansados del dominio papal, organizaron una revuelta. El complot fue descubierto gracias a una sirvienta que, habiendo escuchado a escondidas los planes de los conspiradores, advirtió al castellano. La mujer fue recompensada con una dote para el matrimonio, mientras que los conspiradores fueron ahorcados desde las murallas de la fortaleza. Durante la visita, no dejen de explorar también la Torre Poligonal, conectada al cuerpo principal de la Rocca por un largo pasadizo cubierto de aproximadamente 20 metros. Esta torre, construida en el siglo XVI, representa una evolución de la arquitectura militar en respuesta a la introducción de las armas de fuego: su forma poligonal estaba diseñada para desviar los disparos de cañón. Mientras el sol comienza a descender sobre el valle umbro, tiñendo de rosa las piedras de la ciudad, concluimos aquí nuestro itinerario por el descubrimiento de Asís. Desde la Rocca Maggiore, podemos recorrer con la mirada todas las etapas de nuestro recorrido: la Basílica de Santa Clara, la Plaza del Comune con el Templo de Minerva, la Catedral de San Rufino, la Chiesa Nuova y la majestuosa Basílica de San Francisco. Un viaje a través de siglos de historia, arte y espiritualidad, siguiendo las huellas de un hombre que, hace ocho siglos, revolucionó el propio concepto de santidad.
La Città e la Basilica Papale di Assisi
La Ciudad de Asís: Tras las Huellas de San Francisc
Idioma del itinerario:
Basílica de Santa Clara
Chiesa Nuova: La Casa Natal de San Francisco
Piazza del Comune: El Corazón Medieval de Asís
Palazzo dei Priori: Símbolo del Poder Cívico
Templo de Minerva: La Herencia Romana de Asís
Torre del Pueblo
Catedral de San Rufino
Plaza Superior de San Francisco
Iglesia de Santa María Mayor - Santuario de la Despojación
Rocca Maggiore