Palatino: residencias aristocráticas y palacios imperiale
¡Hola pequeños exploradores! Estamos a punto de descubrir el Palatino, la colina más famosa de la antigua Roma. Este lugar es considerado el corazón de la ciudad eterna: según la leyenda, fue aquí donde Rómulo fundó Roma. Aquí, hace más de dos mil años, vivían emperadores y nobles romanos en villas rodeadas de jardines, fuentes y coloridos mosaicos. ¿Están listos para comenzar? ¡Empezamos!
Érase una vez el Palatino: introducción a la colina donde nació Roma
¡Hola pequeños exploradores! Bienvenidos al Palatino: la colina donde nació Roma. El Palatino es una de las siete colinas sobre las cuales está construida la ciudad y se dice que Rómulo, el fundador de Roma, trazó un surco en el suelo para demarcar sus límites el 21 de abril del 753 a.C. Pero atención: su hermano Remo se atrevió a cruzar ese límite... y Rómulo, muy enojado, lo mató, dando así inicio a la historia de Roma. Muchos, muchos años después, cuando Roma ya era una gran República, en el Palatino comenzaron a construir sus casas las familias más adineradas. Pero fue con Augusto, el primer emperador, que la colina se volvió realmente importante: él construyó allí su casa justo al lado de un gran templo dedicado al dios Apolo, para mostrar a todos que su poder también estaba bendecido por los dioses. Después de Augusto, otros emperadores, como Tiberio, Nerón y Domiciano, transformaron el Palatino en un enorme palacio con jardines, fuentes y espléndidas salas. Junto a estos palacios llenos de lujo, todavía había una cabaña simple y modesta: era la cabaña de Rómulo, que se reconstruía y protegía para recordar a todos que Roma había nacido de algo pequeño, pero con grandes aspiraciones. ¡Incluso la palabra "palacio" que usamos hoy proviene precisamente de "Palatino"! Paseando por aquí entre las ruinas del Palatino, se recorre un auténtico palimpsesto de historia, donde cada vestigio cuenta la evolución del poder romano.
Domus Augustana: La residencia privada del emperador
¡Hola pequeños exploradores! Nos encontramos en la parte más privada del gran palacio imperial en el Palatino. Esta zona se llama Domus Augustana, y era la verdadera casa del emperador, donde vivía y pasaba su tiempo alejado de las ceremonias oficiales. Fue construida por el emperador Domiciano, entre los años 81 y 92 después de Cristo, como parte de un proyecto muy importante para embellecer toda la colina del Palatino. Fue diseñada por un famoso arquitecto llamado Rabirio. La Domus Augustana estaba construida en dos plantas: la planta superior, donde se encontraban las habitaciones privadas del emperador y los salones que daban a espléndidos jardines colgantes; la planta inferior, construida alrededor de un gran patio con columnas, pórticos y una hermosa fuente en forma de octágono, de la cual aún se pueden ver los restos. Los suelos estaban decorados con mármoles de colores, y las paredes estaban revestidas con materiales preciosos como alabastro y pórfido rojo, que solo los emperadores podían usar. Todo estaba pensado para mostrar no solo riqueza, sino también el poder casi sagrado del emperador. Se dice que Domiciano era una persona muy suspicaz. El escritor Suetonio cuenta que caminaba a menudo solo bajo los pórticos, e hizo poner piedras muy pulidas en las paredes para ver quién estaba detrás de él. Pero ni siquiera eso lo salvó: en el 96 d.C. fue asesinado en una conspiración. Después de él, otros emperadores también usaron esta residencia. Adriano, por ejemplo, solía hablar de arte y filosofía en los jardines, mientras que el excéntrico Cómodo organizaba espectáculos privados con animales exóticos que aparecían de repente de escondites secretos.
Templo de Apolo: El Dios del Sol y de la Música
Aquí nos encontramos en un lugar muy especial para la antigua Roma: justo debajo de nuestros pies están los restos del Templo de Apolo, construido por Octaviano, el futuro emperador Augusto. Todo comenzó en el año 36 a.C., cuando Octaviano, que aún no era emperador, tuvo que enfrentar una batalla naval contra un enemigo muy poderoso. Tras la victoria, Octaviano mandó construir el templo justo al lado de su casa, aquí en el monte Palatino. ¿Pero por qué precisamente Apolo? Apolo era un dios proveniente de Grecia, protector de la luz, la música, la curación y las profecías. No era una de las deidades principales de Roma, pero Octaviano lo eligió a propósito: quería parecer diferente a los demás líderes, más serio, sabio y portador de paz. ¡Justo como Apolo! El Templo de Apolo fue terminado en el año 28 a.C. y estaba construido totalmente en mármol blanco, con columnas decoradas de forma muy elegante. También había dos bibliotecas, una para los libros escritos en latín y otra para los escritos en griego. Grandes poetas como Virgilio y Horacio venían aquí a leer y estudiar. En este lugar también se encontraban la estatua de la Sibila Cumana, una profetisa que, según se decía, podía prever el futuro, y los Libros Sibilinos, utilizados por los senadores cuando Roma pasaba por momentos difíciles. Hoy en día de este templo solo quedan algunos restos, como piezas de columnas y mármoles, pero en su tiempo aquí nacía la idea de un nuevo emperador y de una nueva Roma.
Estadio de Domiciano: entre carreras y juegos imperiales
¡Bienvenidos al Estadio de Domiciano, uno de los lugares más fascinantes del Palatino! Aunque se llama "estadio", aquí no se llevaban a cabo verdaderas competencias con público como en un estadio moderno. Este lugar era en realidad un gran jardín privado, construido por el emperador Domiciano alrededor del año 85 d.C., justo al lado de su palacio. A Domiciano le encantaba el deporte y los palacios elegantes, así que decidió crear un jardín con forma de hipódromo, es decir, similar a una pista de carreras, donde podía pasear u organizar juegos solo para unos pocos invitados. El estadio medía 160 metros de largo y 50 metros de ancho. Todo alrededor había un pórtico con columnas de mármol, y a lo largo de los muros había estatuas de atletas y dioses, que hacían que el ambiente fuera elegante y un tanto mágico. Aunque parecía un espacio para jugar o correr, en realidad servía principalmente para mostrar el poder del emperador. ¡Solo los huéspedes más importantes podían entrar aquí! Después de la muerte de Domiciano, el nuevo emperador Nerva decidió no usar más el estadio, porque le recordaba demasiado a su predecesor. Así, este jardín se convirtió en un lugar silencioso, más simbólico que útil.
Domus Transitoria: la villa secreta de Nerón
¡Bienvenidos a la Domus Transitoria, la primera gran casa del emperador Nerón! Nos encontramos alrededor del año 54 d.C., y Nerón acaba de convertirse en emperador. Tenía grandes sueños y decidió construir esta casa entre el monte Palatino y el Esquilino, conectando sus propiedades con un pasaje privado. ¡De esta manera podía moverse de un lado a otro de la ciudad sin nunca salir en medio de la multitud! El nombre "Domus Transitoria" significa precisamente "casa de paso". Pero no era una casa cualquiera: era bellísima, con mármoles coloridos, juegos de agua y decoraciones refinadas. Desafortunadamente, en el 64 d.C., un gran incendio destruyó gran parte de Roma... y también la Domus Transitoria quedó reducida a cenizas. Pero de esas ruinas nació una idea aún más increíble: la Domus Aurea, la casa más famosa de Nerón. Hoy en día solo quedan algunos fragmentos de esta primera residencia, pero nos ayudan a imaginar lo lujosa y original que era la vida en el palacio del emperador.
Criptoportico Neroniano: el pasaje secreto del Emperador
Hola exploradores, ¡bienvenidos a uno de los lugares más misteriosos del Palatino: el Criptoportico Neroniano! Este nombre un tanto complicado se refiere a un largo corredor subterráneo, construido en la época del emperador Nerón. Mide unos 130 metros de largo y serpentea bajo la colina, ¡tal como un laberinto oculto! ¿Para qué servía? Era una especie de pasaje secreto que conectaba la Domus Transitoria (una de las residencias de Nerón) con otras partes del palacio. Así, el emperador podía desplazarse sin ser visto, protegido de la lluvia o del sol abrasador del verano. Se dice que a Nerón le gustaba pasear por aquí durante las horas más calurosas del día, tal vez conversando con sus amigos o simplemente para encontrar algo de frescura. En su momento, las paredes estaban decoradas con frescos coloridos, estucos y mármoles preciosos... hoy solo quedan algunos rastros, ¡pero los suficientes para imaginar lo hermoso que debió ser! El Criptoportico permaneció oculto durante siglos, hasta que un día, en el siglo XIX, durante unas excavaciones, un golpe de pico abrió casualmente un hueco en el suelo... ¡y los arqueólogos descubrieron este túnel secreto, que había permanecido silencioso durante casi dos mil años!
La cabaña de Rómulo: el primer Rey de Roma
¡Amigos, detengámonos aquí! ¡Hemos llegado a la Casa de Rómulo! Rómulo, según la leyenda, fue el fundador de Roma, y esta pequeña cabaña representa precisamente el lugar donde habría nacido la ciudad. Aunque los emperadores vivían en palacios enormes y lujosos, esta simple construcción de barro y paja era custodida con gran respeto. Durante algunas festividades, los sacerdotes decoraban la puerta con flores y guirnaldas para recordar a todos los humildes orígenes de la ciudad. La que ven hoy es una reconstrucción, realizada siguiendo los relatos de los escritores antiguos. ¿Un dato curioso? Se cuenta que, durante el gran incendio de Roma en el 64 d.C., mientras las llamas devoraban la ciudad, el emperador Nerón cantaba versos sobre el incendio de Troya… justo mientras la cabaña también se quemaba. ¡Los arqueólogos realmente han encontrado restos de cabañas antiquísimas en esta zona, que datan del siglo VIII a.C., es decir, precisamente la época en la que se dice que Rómulo vivió!
Templo de la Magna Mater: dedicado a la gran madre de los dioses
¡Bienvenidos ante los restos del Templo de la Magna Mater, la "Gran Madre"! Este templo estaba dedicado a Cibeles, una diosa muy antigua, adorada en Asia. En el año 204 a.C., Roma estaba luchando contra Aníbal y sus elefantes, y los sacerdotes, consultando unos libros mágicos llamados Libros Sibilinos, dijeron que solo la llegada de la diosa Cibeles salvaría la ciudad. Así, desde un lugar lejano, llegó a Roma una piedra negra, símbolo de la diosa. Una de las historias más famosas es la de Claudia Quinta, una sacerdotisa acusada injustamente. Ella demostró su inocencia arrastrando el barco de la diosa por sí sola, usando solo la fuerza de sus manos. Aunque al principio la gente encontraba extraños los ritos de este culto, con el tiempo se volvió muy importante. Las fiestas de la diosa, llamadas Megalesia, estaban llenas de música, danzas y espectáculos, y participaban tanto los nobles como la gente común. El emperador Augusto restauró el templo después de un incendio, haciéndolo aún más hermoso. Hoy, los pocos restos nos recuerdan cómo Roma sabía acoger incluso a las deidades extranjeras, integrándolas en su historia.
La Casa de los Grifos
¡Aquí estamos en la Casa de los Grifos, una de las casas más antiguas y mejor conservadas de la Roma republicana, escondida justo debajo del Palatino! Esta casa debe su nombre a los grifos, criaturas fantásticas mitad águila y mitad león, que aún hoy se pueden ver en las decoraciones de estuco. Eran símbolos de fuerza y protección. Las paredes están decoradas con hermosos frescos en un estilo llamado Segundo Estilo Pompeyano. Aquí, los artistas fingían construir columnas, ventanas y paisajes falsos, todos pintados para parecer reales. ¿Los colores? Rojo pompeyano, azul egipcio, ocre dorado... ¡todavía brillan hoy después de más de dos mil años! En 1912, unos arqueólogos descubrieron esta casa excavando bajo los palacios imperiales. También encontraron cerámicas y objetos de uso cotidiano, que relatan cómo era la vida antes de los emperadores. La Casa de los Grifos es una auténtica ventana al pasado, cuando Roma estaba gobernada por grandes familias y no por un solo emperador.
La Domus Flavia: el palacio de las fiestas imperiales
Bienvenidos a la Domus Flavia, el gran palacio donde el emperador Domiciano recibía a huéspedes importantes, realizaba reuniones oficiales y organizaba fiestas muy elegantes. Fue construida entre el 81 y el 85 d.C. y debía impresionar a todos: la arquitectura estaba diseñada para que quienes llegaran se sintiesen diminutos ante el poder del emperador. La sala más importante era el Aula Regia, la Sala del Trono: imaginen una enorme habitación llena de mármoles de colores, donde Domiciano se sentaba en un trono elevado, como si fuera un dios. Todo estaba cuidadosamente diseñado para mostrar su poder. Cerca de allí había otras habitaciones importantes: el Larario, donde se rezaba por la familia imperial; el Triclinium, una gigantesca sala de banquetes para las cenas de Estado; e incluso una Basílica, donde Domiciano actuaba como juez. Algunos historiadores cuentan que el emperador era muy desconfiado... tanto que utilizaba espejos y mármoles pulidos para vigilar si alguien se movía a sus espaldas. La Domus Flavia no era solo una casa, sino una especie de teatro del poder, donde todo servía para dejar claro quién realmente mandaba en Roma.
Elagabalium: el santuario para un dios venido de lejos
Aquí estamos en el Elagabalium, un templo construido por un joven emperador llamado Heliogábalo, quien ascendió al trono cuando tenía solo 14 años. Heliogábalo provenía de Siria y las fuentes antiguas lo describen como un gobernante excéntrico que llevó a Roma el culto de un dios solar llamado El-Gabal, representado por una piedra negra cónica, ¡quizás un meteorito! Esta piedra fue colocada en el templo, y este gesto fue interpretado como una intolerable sustitución de las divinidades tradicionales a favor de una divinidad oriental, lo cual enfureció a muchos romanos. Las ceremonias eran muy coloridas y diferentes de las romanas: con música, danzas y vestimentas orientales. Pero su historia terminó pronto: a los 18 años fue asesinado por sus propios soldados, y su templo fue posteriormente rededicado a Júpiter, el dios más importante para los romanos. El templo que ves hoy es un recuerdo de un emperador joven y audaz que intentó cambiarlo todo... ¡quizás demasiado rápido!
La Domus Tiberiana
Bienvenidos a la Domus Tiberiana, la primera verdadera casa imperial de Roma, construida por Tiberio, el sucesor de Augusto. Este palacio está en una ubicación perfecta: desde aquí se podían observar el Foro Romano y el Circo Máximo, como diciendo: "¡Yo controlo toda Roma!" Tiberio era muy reservado y se dice que había hecho construir pasadizos secretos, tanto sobre como bajo tierra, para moverse sin ser visto. Más tarde, el emperador Calígula amplió el palacio hasta hacerlo llegar dentro de un templo. Algunos relatos dicen que se asomaba desde el templo como si él mismo fuera una deidad. Con el tiempo, la Domus Tiberiana fue incorporada a otras construcciones imperiales, hasta convertirse en parte de un enorme complejo que cubría toda la colina del Palatino. Lo que vemos hoy son las subestructuras, es decir, las gigantescas bases que servían para construir enormes terrazas. ¡Una verdadera obra maestra de la ingeniería romana!
Domus Augustea: la primera morada del joven Octavio
La Domus Augustea era la casa del emperador Octavio Augusto, el primer emperador de Roma. Se situaba en la ladera sur del Palatino. Aunque era muy poderoso, Augusto eligió vivir en una casa bastante sencilla para no parecer un rey. A los romanos, de hecho, no les agradaba la idea de tener un rey después de haber expulsado al último varios siglos antes. Aunque parecía modesta, la casa era igualmente importante: se convirtió en el modelo de las futuras residencias imperiales. Cerca de la casa estaba el Templo de Apolo, construido en el 28 a.C. Estaba directamente conectado a la residencia. Esta vinculación entre casa y templo mostraba la unión entre el poder político y la religión, un rasgo típico del imperio de Augusto. Dentro de la casa todavía se encuentran frescos que representan imágenes mitológicas, típicos del llamado Segundo Estilo pompeyano. Después de la muerte de Augusto en el 14 d.C., la casa se conservó como un lugar de memoria y fue visitada por muchas personas. Durante siglos, otros emperadores decidieron vivir justamente en el Palatino, siguiendo el ejemplo de Augusto. Hoy podemos ver parte de la Domus Augustea gracias a las excavaciones bajo los jardines Farnesianos.
Casa de Livia: el refugio de la Emperatriz
La Casa de Livia se encuentra en la parte noroeste del Palatino y se atribuye a Livia Drusila, esposa del emperador Augusto. Livia fue una mujer muy influyente y algunos historiadores de la antigüedad relatan que tuvo un papel importante en la elección de su hijo Tiberio como emperador. También circulaban rumores de que había envenenado a algunos familiares, aunque no hay pruebas concluyentes. Esta casa es famosa sobre todo por sus hermosos frescos, realizados a finales del siglo I a.C. y que todavía hoy se conservan en buen estado. Se encuentran principalmente en el triclinio, es decir, el comedor, y muestran jardines pintados, columnas y decoraciones mitológicas. Estas pinturas no eran solo decorativas, sino que servían para transmitir mensajes de riqueza, armonía y prosperidad, en línea con la imagen de Livia como una mujer sabia y poderosa.
El Lupercal y la Loba que salvó Roma
¡Hemos llegado a la última etapa de nuestro viaje! El Lupercal era una cueva sagrada al pie del Palatino y se considera el lugar donde, según la leyenda, la loba amamantó a Rómulo y Remo, los gemelos fundadores de Roma. Esta cueva fue transformada en santuario y se convirtió en uno de los símbolos de los orígenes sagrados de la ciudad. Cada año, el 15 de febrero, se celebraban las Lupercales, festividades dedicadas a la purificación y la fertilidad. El emperador Augusto estaba muy vinculado al Lupercal: restauró el santuario y participaba en las ceremonias, para mostrar que él también era un "nuevo Rómulo", es decir, un fundador de la Roma imperial. El hecho de que la cueva estuviera cerca de su casa en el Palatino reforzaba aún más este vínculo. En 2007, algunos arqueólogos afirmaron haber encontrado precisamente el Lupercal bajo la casa de Augusto: una sala decorada con mosaicos, conchas y estucos. No se sabe con certeza si realmente es esa cueva, pero de todos modos es un descubrimiento importante que muestra cuán especial era esta zona en la antigüedad.
Palatino
Palatino: residencias aristocráticas y palacios imperiale
Idioma del itinerario:
Érase una vez el Palatino: introducción a la colina donde nació Roma
Domus Augustana: La residencia privada del emperador
Templo de Apolo: El Dios del Sol y de la Música
Estadio de Domiciano: entre carreras y juegos imperiales
Domus Transitoria: la villa secreta de Nerón
Criptoportico Neroniano: el pasaje secreto del Emperador
La cabaña de Rómulo: el primer Rey de Roma
Templo de la Magna Mater: dedicado a la gran madre de los dioses
La Casa de los Grifos
La Domus Flavia: el palacio de las fiestas imperiales
Elagabalium: el santuario para un dios venido de lejos
La Domus Tiberiana
Domus Augustea: la primera morada del joven Octavio
Casa de Livia: el refugio de la Emperatriz
El Lupercal y la Loba que salvó Roma